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¡Lo haremos!

Por Betty Escobar
@b3scobar

Muy conmovida, pero no sorprendida, de la unidad de los ecuatorianos frente al terremoto ocurrido el 16 de abril. Luego de ver las reacciones de ciudadanos que inmediatamente empezaron a ayudar, leí sobre diferentes desastres en varios lugares del mundo. Tsunamis, tornados, terremotos, atentados terroristas. En cada una de estas tragedias se resaltaba la inmensa solidaridad de las personas.

Pero ¿por qué somos más bondadosos durante una catástrofe? La escritora e historiadora estadounidense Rebecca Solnit, en su libro Un paraíso construido en el infierno, describe cómo se presenta el altruismo de la gente durante desastres: “las personas mantienen la calma, buscan recursos, están dispuestas a todo para ayudar y corren riesgos por los demás. Improvisamos las condiciones de supervivencia de forma extraordinaria”.

Un estudio realizado en el 2008, “Mitos y verdades sobre desastres”, señala que “todos se unen en cooperación para enfrentar la crisis y asistir a la población afectada”. Nuestra solidaridad con los demás determina en gran medida nuestro destino. Mientras más nos unamos, más probable es que sobrevivamos mejor a la crisis. Nadie quiere enfrentar una catástrofe, pero cuando lo hacemos esto nos trae experiencias inesperadas: sentir amor incondicional y valorar más la vida.

Encontré otros estudios sobre por qué la gente se une durante tragedias como el terremoto que sufrimos. Pero para mí la razón es más sencilla. Sí, es una reacción de sobrevivencia, pero no puedo desconocer la esencia de los ecuatorianos. Nosotros nos unimos más que solo por sobrevivencia. Ecuador tiene un corazón gigante, lleno de fortaleza y valentía, y estar junto a los más necesitados es parte de lo que somos como país. Ese país que el odio no logró dividir. Desde el día del sismo los voluntarios se han organizado y movilizado a los lugares más afectados. Como ustedes, he llorado mucho al ver a quienes lo han perdido todo, no solo lo material, pero especialmente a sus familias. Escuchar sus historias me encoge el corazón, pero al mismo tiempo ver la bondad de mis compatriotas, apoyando a los damnificados, me da esperanza.

Gracias por la ayuda internacional, a los rescatistas, pero especialmente a los voluntarios, a los voluntarios, a los voluntarios. Lo escribo una y otra vez porque siento que ni las mismas autoridades han reconocido la gran labor de la sociedad civil. Es como si alguien estuviera enojado de vernos tan unidos en este momento de tragedia. No merece la pena ni nombrarlo porque estoy segura de que los ecuatorianos saben que la urgencia de seguir ayudando está por encima de cualquiera que no tenga compasión.

Un terremoto puede sacudir nuestra tierra y causar desastres incalculables, pero jamás destruirá la integridad de los ecuatorianos. Ningún terremoto acabará con nuestra voluntad, amor y entereza. Es momento de seguir colaborando, también de llorar a nuestros muertos, de reconocer la destrucción. Luego vendrá el momento de reconstruir y de volver a empezar. El dolor nos acompañará por mucho tiempo, pero ese mismo dolor nos hará más fuertes para apoyar a los que más han sufrido. Ese dolor hará que volvamos a renacer entre los escombros, y lo haremos. Se los juro. ¡Lo haremos!

* Este artículo fue publicado, el 28 de Abril del 2016, en el diario El Universo

abril 28, 2016por Betty Escobar
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El monigote

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(Fotos: El Comercio y El Universo)

Por Betty Escobar
@b3scobar

El pasado 7 de abril, los ecuatorianos volvieron a salir a las calles para expresar su descontento con el Gobierno, esta vez en contra de las reformas tributarias. Al no estar en Ecuador, me volqué a las redes sociales (específicamente a Twitter) para seguir las incidencias de las manifestaciones. También, el portal de noticias La República EC transmitía en vivo, por internet, las protestas de Guayaquil y Quito.

En Guayaquil, los manifestantes salieron desde el parque Centenario hasta el Malecón, donde un cerco policial impidió que avanzaran hacia la Gobernación del Guayas. ¿Con qué derecho se niega el paso libre a los ciudadanos? Si la autoridad está presente en las marchas para cuidar la integridad física de los manifestantes y mantener el orden, deberían cumplir con ese papel en lugar de limitar el derecho a expresarse de sus mandantes. Vi en vivo cómo la Policía bloqueaba a los ciudadanos y cómo la gente reclamaba por eso. Pero de repente vi golpes, empujones y escuché, entre gritos de los ciudadanos: “Baja el tolete, baja el tolete”. En ese momento detuvieron a dos personas: Diego Zapatier y Diego Alvear. En el video de la transmisión de La República EC también se apreció claramente cómo la Policía invadió el espacio de los manifestantes y arbitrariamente les arrebató un monigote que representaba al líder máximo de Alianza PAIS. No daba crédito a mis ojos: un grupo de uniformados, “rescatando” a un muñeco.

¿Por dónde empezar? Sí, por los detenidos. El Dr. Juan Vizueta asumió inmediatamente la defensa de los dos detenidos. Y luego de una audiencia a las cuatro de la mañana del 8 de abril, Zapatier y Alvear fueron sentenciados a cinco días de prisión y cinco días de trabajo comunitario por la contravención del artículo 394, numeral 2, del Código Orgánico Integral Penal (COIP): “Será sancionada con pena privativa de libertad de cinco a diez días la persona que maltratare, insulte o agreda de obra a los agentes encargados de precautelar el orden público en el ejercicio de sus funciones”. En el parte se señala que los detenidos “trataban de pasar hacia la Gobernación causando un riesgo latente”. Es una lástima que, por espacio, no pueda copiar aquí el resto del parte porque parece sacado de una mala película de ficción.

Lo siguiente: el “rescate” del monigote. Sobre esto el Dr. Vizueta me comentó: “La Constitución de la República señala claramente el derecho a la resistencia, y ese derecho permite que se use cualquier medio para expresar el malestar e inconformidad que sienten los ciudadanos”. Es decir, los manifestantes estaban en su derecho de llevar el monigote. No creo que haya justificativo alguno de por qué les sustrajeron el muñeco. ¿O será solo una nueva forma de represión e intimidación desde el poder?

Solo falta que a alguien se le ocurra prohibir monigotes en las marchas o la elaboración de muñecos con enfoque político. A este paso podría ser que el próximo 31 de diciembre observemos cómo va la autoridad por las calles confiscando monigotes de funcionarios públicos y arrestando a la gente que los haya comprado o haya pretendido quemarlos a la medianoche. ¡Dios nos salve! Porque en el país de las insensateces un muñeco parece tener ahora más derechos que los propios ciudadanos. Tanto así que hasta lo “rescatan” para que no sea expuesto al ridículo y “no le dañen” su inexistente honra y reputación.

* Este artículo fue publicado, el 14 de Abril del 2016, en el diario El Universo

abril 15, 2016por Betty Escobar
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¿“A indignarse”?

(Foto: Caricatura de Xavier Bonilla ‘Bonil’)

Por Betty Escobar
@B3scobar

En el 2012, Erick Smichdt, jefe ejecutivo de Google, en una entrevista titulada ‘Tecnología versus dictaduras’, señaló: “Las redes sociales van a cambiar el mundo porque van a estar presentes en todos lados. Los ciudadanos serán capaces de utilizarlas como su mejor forma de protección. Cuando los políticos ejerzan un poder ilegítimo, será más fácil exponerlos públicamente y avergonzar al Gobierno y su liderazgo”.

Todo lo dicho por Smichdt es verdad y desde el 2012 hasta ahora, ese es el uso que mayoritariamente se ha dado a las redes sociales. Se han convertido en una herramienta importantísima para la democracia y libertad de expresión, sobre todo en lugares donde cada vez existen menos derechos. Y claro, por ello muchos gobiernos autoritarios están en contra de las redes sociales, porque no pueden controlar la información que en ellas fluye. Tratan de desprestigiarlas y quitarles el valor que han llegado a tener gracias a los ciudadanos que las usan para opinar sobre el descontento que sienten con sus gobernantes y sus políticas.

Los gobiernos dictatoriales no toleran la crítica, el cuestionamiento, las exigencias, mucho menos la pobre y negativa percepción que los ciudadanos se han formado de ellos. Me pregunto: ¿no saben que están a nuestro servicio y, como ciudadanos, tenemos la obligación de decirles lo que está mal o bien de su labor? Si escucharan lo que sus mandantes les dicen, ellos pudieran usar eso para reconocer sus errores y hacer cambios en su forma de gobernar, si así la gente lo requiere.

Muchos gobiernos han ignorado el llamado de su pueblo. Incluso se han ofendido diciendo que todo lo dicho en las redes sociales, en contra de ellos, es injuria y calumnia, y se han dedicado a “defender” su honra y reputación. Han preferido contestar groseramente a los ciudadanos y no dar argumentos válidos. Al mismo tiempo, misteriosas cuentas (trolls) han aparecido de manera permanente para cobardemente insultar y amenazar a los que no opinan como los gobernantes. Se ha llegado al cinismo de “convocar una cruzada a rechazar las mentiras” que se dicen en las redes sociales. Lo que esos gobernantes quisieran es que las plataformas sociales no existieran y que nadie se enterara de los abusos que cometen y de la forma en que destruyen sus países.

Ahora nos dicen: “A indignarse”. Sí, a indignarse del hecho de que pretendan callarnos, de ver cómo distorsionan los conceptos de opinión y odio. Si algunos políticos no soportan un mayor escrutinio de sus mandantes, al que están expuestos por el cargo que desempeñan, entonces renuncien y dedíquense a otra cosa. Las redes sociales se han convertido en un escenario importante para la política. Son un recurso para alzar la voz contra el poder y para exigir un mayor respeto a los derechos humanos.

Basta de condenar el derecho a expresarnos, en redes sociales o por cualquier otro medio. ¿No lo ven? Mientras más repriman, menos miedo tendrá la gente a decir lo que piensa. Mejor recuerden y respeten (de una buena vez) lo que dice el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

* Este artículo fue publicado, el 24 de Marzo del 2016, en el diario El Universo

marzo 24, 2016por Betty Escobar
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¿Respeto? ¡A la vida!

(Foto caricatura de @caricaturasrom)

Por Betty Escobar
@b3scobar

Pareciera que pasamos por varios de los estados emocionales de pacientes de cáncer: negación, enfado, dolor y depresión. Por lo menos es lo que sentí luego de leer el comunicado de la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca). En él dieron a conocer que entidades estatales les deben 130 millones de dólares y que Solca, a su vez, debe 40 millones de dólares a proveedores de medicinas y suministros. Varios funcionarios públicos reaccionaron negativamente al comunicado. El líder máximo de Alianza PAIS le respondió a un reportero (que indagó sobre el tema): “Qué pena que me preguntes esto, porque no es un tema muy interesante”.

Una institución que tiene más de 60 años atendiendo a miles de ecuatorianos que padecen de cáncer y que atraviesa por una grave situación económica que pudiera significar no poder atender a más pacientes, ¿no es un “tema interesante”? Solca es uno de los principales referentes regionales en cuanto a atención integral, prevención, diagnóstico, tratamiento y cuidados paliativos para pacientes con esta enfermedad.

Otra empleada pública, en cambio, pidió a Solca “más respeto a las autoridades” y dijo: “Se está usando a los pacientes para sus intereses”. ¿Cuáles intereses, señora? ¿Los intereses de salvar vidas? Realmente indigna porque con lo que dicen no solo quedan como incoherentes, sino como indolentes también. ¿Sabrán ellos que el cáncer en Ecuador registra un número creciente de casos y es ya la segunda causa de muerte luego de las enfermedades vasculares? De acuerdo con las cifras de Globocan 2012, un proyecto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en ese año la incidencia de cáncer en el país fue de 164,5 por 100.000 habitantes. En el 2013, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 63.104 personas murieron en Ecuador a causa de diferentes tipos de cáncer.

Casi todos conocemos a alguien que ha sufrido la enfermedad. ¿Será que “ellos” no conocen a nadie que ha padecido cáncer y por eso no saben la gravedad y la urgencia de tratarla? Gracias a Dios si ese es su caso, porque el cáncer es una enfermedad terrible que afecta no solo al paciente, sino a toda la familia. Mi padre lo tuvo y ojalá nadie pasara por eso, es muy duro. El dolor, la angustia y la desesperación no solo de afrontar la situación, sino de buscar como sea el acceso a atención médica. Solca fue crucial para su recuperación y agradezco eternamente las atenciones y trato que le dieron a él y que dan a muchos otros ecuatorianos que ahí se atienden.

El cáncer no espera ni discrimina. “Todos y todas” estamos expuestos a esta enfermedad. Dejemos la arrogancia, el creernos infalibles y tratemos con respeto y seriedad el tema de Solca. Pienso en las familias que ahora mismo viven el cáncer de alguno de sus seres queridos y no quiero imaginar que no puedan llegar a ser atendidos en Solca por la irresponsabilidad de otros. Decir que “poco a poco el Estado cumplirá con todas sus obligaciones” no es suficiente y peor sugerir que los hospitales puedan pasar a ser manejados por las “manos limpias y corazones ardientes”. Tenemos derecho a la salud y se supone que somos el país que ama la vida. Cumplan con Solca, cumplan con los ecuatorianos, respeten la vida de los demás y sobre todo a los pacientes con cáncer y a sus familias.

* Este artículo fue publicado, el 10 de Marzo del 2016, en el diario El Universo

marzo 12, 2016por Betty Escobar
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¡Nachos de mi país!

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Por Betty Escobar
@b3scobar

Chino y Nacho, Chano y Nicho, nunca supe bien el nombre del dúo. Tampoco nunca me gustaron sus canciones. Hace un par de años vi una entrevista en la que les preguntaban sobre lo que sucedía en Venezuela, ellos respondieron que mejor asumían una posición “neutral” sobre la situación política de su país. Ya con eso remataron. Siempre he sentido vergüenza ajena por la gente que responde “imparcialmente” a esa clase de preguntas.

Muchos en Venezuela y Ecuador aún prefieren hacerse ‘de la vista gorda’, y eso creo que los convierte en cómplices silenciosos. ¿Cómo puedes ser “neutral” cuando tu país está siendo destruido y vive una de las peores crisis económicas, políticas y sociales? ¿Cómo puedes ser “neutral” cuando ves que tus compatriotas no tienen libertades y son amenazados o enjuiciados por pensar diferente?

Pues bien, en este último tiempo, Nacho (Miguel Ignacio Mendoza) dejó de ser imparcial. Para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2014, Nacho compuso la canción Mi felicidad, con la que la Mesa de la Unidad, MUD (oposición) invitó a los venezolanos a votar por el cambio. Nacho asumía otra posición.

El 12 de febrero de este año, Mendoza fue invitado a ser el orador, por el Día de la Juventud, en la Asamblea Nacional de Venezuela. Nacho inició así su intervención: “Por un tiempo defendí la imparcialidad política de los artistas de mí país… la conciencia no me dejaba tranquilo. Me preguntaba: ¿no dices lo que sientes por consideración a tus seguidores o por temor a perderlos? Yo no quería encontrarme con un cobarde frente al espejo”. ¡Dio en el clavo! Pero no crean que esto solo se aplica a los artistas, no, esto se aplica a todos: al Borrego Hugo Idrovo (él mismo lo dijo) como a cualquier otro ciudadano. Todos tenemos la obligación de no defraudar a nuestro país, porque el no ser capaces de denunciar los atropellos y unirnos en la lucha por la democracia es eso: faltarle a nuestro país.

Cuando Nacho concluyó su discurso, sentí un déjà vu. Él habló de Venezuela, pero mucho se aplicaba a Ecuador: acoso a los opositores, la crisis que tanto niegan, las teorías conspirativas, pero sobre todo la hipocresía de los socialistas del siglo XXI que poseen mansiones y carros lujosos. Luego de su paso por la Asamblea, Nacho no pasó desapercibido por nadie, mucho menos por el Gobierno. Se inició contra él una persecución importante. Hace poco denunció que tres hombres de la Sebin lo vigilaban y el sábado 20 de febrero sucedió lo más grave. Llegando de Estados Unidos, al entrar a su país, su pasaporte venezolano fue anulado. ¿Hay mayor atrocidad que esa? Chino y Nacho se presentaron ese día en un evento a favor de la amnistía para presos políticos. Nacho subió a la tarima y dijo: “Está bien que no me dejen ir, así la lucha es más de cerquita”.

Nacho dejó de ser “neutral” y ahora sufre el acoso revolucionario, pero él ya entendió: “Debemos tener la valentía de denunciar los abusos, el miedo se tiene que acabar”. Yo quisiera que muchos Nachos dejaran de ser neutrales en Ecuador, porque saben lo que pasa, pero aún ‘no les cae el veinte’ de que la única forma de recuperar las libertades es atreviéndose y arriesgando. ¿Será que los Nachos de mi país esperarán a que sea demasiado tarde?

* Este artículo fue publicado, el 25 de Febrero del 2016, en el diario El Universo

* Aquí se puede ver el discurso completo de Miguel Ignacio ‘Nacho’ Mendoza, en la Asamblea Nacional de Venezuela: https://www.youtube.com/watch?v=zKH0mezpR54

febrero 25, 2016por Betty Escobar
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Sobre Mí

Sobre mi

B.S., Legal Studies. Actualmente me desempeño como Paralegal en el área Civil (Housing) de The Legal Aid Society de New York. Previamente trabajé por 18 años en producción de TV & Film en las ciudades de Guayaquil (6) y New York (12). Columnista de opinión del diario EL UNIVERSO por 6 años. Soy activista de derechos humanos.

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