El monigote

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(Fotos: El Comercio y El Universo)

Por Betty Escobar
@b3scobar

El pasado 7 de abril, los ecuatorianos volvieron a salir a las calles para expresar su descontento con el Gobierno, esta vez en contra de las reformas tributarias. Al no estar en Ecuador, me volqué a las redes sociales (específicamente a Twitter) para seguir las incidencias de las manifestaciones. También, el portal de noticias La República EC transmitía en vivo, por internet, las protestas de Guayaquil y Quito.

En Guayaquil, los manifestantes salieron desde el parque Centenario hasta el Malecón, donde un cerco policial impidió que avanzaran hacia la Gobernación del Guayas. ¿Con qué derecho se niega el paso libre a los ciudadanos? Si la autoridad está presente en las marchas para cuidar la integridad física de los manifestantes y mantener el orden, deberían cumplir con ese papel en lugar de limitar el derecho a expresarse de sus mandantes. Vi en vivo cómo la Policía bloqueaba a los ciudadanos y cómo la gente reclamaba por eso. Pero de repente vi golpes, empujones y escuché, entre gritos de los ciudadanos: “Baja el tolete, baja el tolete”. En ese momento detuvieron a dos personas: Diego Zapatier y Diego Alvear. En el video de la transmisión de La República EC también se apreció claramente cómo la Policía invadió el espacio de los manifestantes y arbitrariamente les arrebató un monigote que representaba al líder máximo de Alianza PAIS. No daba crédito a mis ojos: un grupo de uniformados, “rescatando” a un muñeco.

¿Por dónde empezar? Sí, por los detenidos. El Dr. Juan Vizueta asumió inmediatamente la defensa de los dos detenidos. Y luego de una audiencia a las cuatro de la mañana del 8 de abril, Zapatier y Alvear fueron sentenciados a cinco días de prisión y cinco días de trabajo comunitario por la contravención del artículo 394, numeral 2, del Código Orgánico Integral Penal (COIP): “Será sancionada con pena privativa de libertad de cinco a diez días la persona que maltratare, insulte o agreda de obra a los agentes encargados de precautelar el orden público en el ejercicio de sus funciones”. En el parte se señala que los detenidos “trataban de pasar hacia la Gobernación causando un riesgo latente”. Es una lástima que, por espacio, no pueda copiar aquí el resto del parte porque parece sacado de una mala película de ficción.

Lo siguiente: el “rescate” del monigote. Sobre esto el Dr. Vizueta me comentó: “La Constitución de la República señala claramente el derecho a la resistencia, y ese derecho permite que se use cualquier medio para expresar el malestar e inconformidad que sienten los ciudadanos”. Es decir, los manifestantes estaban en su derecho de llevar el monigote. No creo que haya justificativo alguno de por qué les sustrajeron el muñeco. ¿O será solo una nueva forma de represión e intimidación desde el poder?

Solo falta que a alguien se le ocurra prohibir monigotes en las marchas o la elaboración de muñecos con enfoque político. A este paso podría ser que el próximo 31 de diciembre observemos cómo va la autoridad por las calles confiscando monigotes de funcionarios públicos y arrestando a la gente que los haya comprado o haya pretendido quemarlos a la medianoche. ¡Dios nos salve! Porque en el país de las insensateces un muñeco parece tener ahora más derechos que los propios ciudadanos. Tanto así que hasta lo “rescatan” para que no sea expuesto al ridículo y “no le dañen” su inexistente honra y reputación.

* Este artículo fue publicado, el 14 de Abril del 2016, en el diario El Universo