Hay un plan

Por Betty Soledispa de Escobar
@b3scobar

Hace casi un mes, caminando, tropecé con una parte de la acera que estaba desnivelada y caí de rodilla. Pasé con dolor e hinchazón de la pierna. Inmediatamente después de eso tuve una fuerte bronquitis, no podía dormir por la congestión. Estaba tan débil, que un día hasta me regresaron del trabajo a mi casa de lo enferma que estaba.

Hace dos semanas –aún con dolor en mi rodilla y ronca por la bronquitis– salía de la oficina y cruzaba la calle. Vi que no viniera carro, empecé a caminar y de repente sentí un golpe en el lado derecho de mi cuerpo. Era un auto que salía de un parqueadero subterráneo, detrás mío. Me elevó y caí al pavimento. Quedé tirada cual trapo sin planchar. Por lo menos así me sentía.

Un hombre se bajó del auto y repetía: “Lo siento, no te vi”. Llegó la ambulancia y me llevó al hospital. Gracias a Dios, cero fractura y ningún sangrado interno. Una semana pasé en cama con dolor intenso del cuerpo, sin trabajar, visitando doctores y hablando con la policía. Ya en este punto, me sentí emocionalmente afectada por todo: la caída, la bronquitis y el atropello. ¿Qué pasaba?

Nueve días después del accidente, a cuadra y media del lugar, una mujer fue arrollada y murió. Cuando supe la noticia, me descompuse y no paraba de preguntarme: ¿Pero por qué yo?”, ¿Por qué ahora? Mi papá en su sabiduría y experiencia de vida de sus 81 años, me dijo: “Mijita, tú no estabas aún en la lista de Dios”. Mi terapista me dijo: “Betty, es realmente penoso lo que pasó con la mujer atropellada, pero tú estás aquí y debes ser fuerte. Debes seguir trabajando para ser mejor en tu trabajo y como persona con los tuyos y con toda la gente”.

Seguí buscando y encontré un artículo con una respuesta que también quise compartir con mis lectores que pudieran estar viviendo, como yo, estas mismas preguntas: “¿por qué yo?, ¿por qué ahora?”…

… “Es casi siempre porque Dios nos está llevando a un nivel más alto, y nos pone en situaciones en las que tendremos que ser más valientes y generosos de lo que jamás pensamos que llegaríamos a ser”. Para entenderlo mejor, el artículo cita una parábola de George MacDonald: «Imaginaos a vosotros mismos como una casa viva. Dios entra para reconstruir esa casa. Al principio es posible que comprendáis lo que está haciendo. Está arreglando los desagües, las goteras del techo, etcétera: vosotros sabíais que esos trabajos necesitaban hacerse y por lo tanto no os sentís sorprendidos. Pero al cabo de un tiempo Él empieza a tirar abajo las paredes de un modo que duele abominablemente y que parece no tener sentido. ¿Qué rayos se trae entre manos? La explicación es que Dios está construyendo una casa muy diferente de aquella que vosotros pensabais –poniendo un ala nueva aquí, un nuevo suelo allí, erigiendo torres, trazando jardines–. Vosotros pensasteis que os iban a convertir en un pequeño chalet sin grandes pretensiones: pero Él está construyendo un palacio. Y tiene pensado venirse a vivir en él».

En conclusión: hay un plan. Hay un sentido en nuestra existencia. Hay un propósito en las cosas que nos pasan. Debemos confiar y seguir adelante!

* Este artículo fue publicado, el 12 de Diciembre del 2019, en el diario El Universo