¡No callar valió la pena!

Por Betty Soledispa de Escobar
@b3scobar

Ya venía observando por algún tiempo lo que sucedía en Ecuador con Rafael Correa, así que decidí participar activamente en la vida política de mi país. Una de las cosas que hice fue empezar a opinar en las redes sociales. En el 2009 abrí una cuenta en Twitter usando mi nombre de soltera: Betty Soledispa. Ya en ese entonces, Correa y sus funcionarios intimidaban a cualquier ciudadano que les hiciera ver lo errado de su actuar. En el 2011 recibí la primera amenaza del gobierno de Rafael. En un tuit critiqué al entonces presidente de la Asamblea, Fernando Cordero. Esto me respondió: “Lea Constitución art. 18, trate de entender lo que es responsabilidad ulterior, cambie su lenguaje o pronto le pesará su libertinaje”

Luego de eso, se iniciaron los “cariñitos” de Correa en las sabatinas llamándome ‘sicaria de tinta’, ‘esquizofrénica’, ‘trastornada mental’, y hasta me mandó a espiar por la Senain. Mi familia estaba muy asustada por mí y ellos. Los insultos del tesorito continuaron y todo empeoró el 7 de abril de 2014, cuando tres días antes del arribo de Correa a Estados Unidos llegaron –con horas de diferencia– a mi departamento en Nueva York y a la casa de mis padres en Guayaquil flores, chocolates y un mensaje con una nueva amenaza: “Tus amigos de Ecuador te visitaremos pronto…”.

Mi mamá sufrió una crisis nerviosa y no quería ni salir de la casa. La mayor parte de mi familia inmediata me pedía que callara. Todos teníamos mucho miedo, pero no podía callar. Eso era lo que quería Correa. Entonces decidí usar solo mi apellido de casada en Twitter y en EL UNIVERSO, así no conectarían a mi familia directamente conmigo. Sería solo ‘Betty Escobar’. Fue una sensación extraña porque yo no había hecho nada malo, pero sentía la obligación de protegerlos al decidir no callar.

Ahora pienso, ¿se imaginan si todos los amenazados por el cobarde de Correa hubiéramos callado? No fuéramos libres de opinar sin que existiesen consecuencias graves, y correríamos un riesgo mayor. Aún estuviéramos bajo su tiranía. Aún estaría él ordenando (en sabatinas) a sus jueces a quién apresar, aún estaría llevando a cabo “operaciones” turbias con la Senain y quién sabe cuántas cosas más.

La dictadura correísta rompió hogares, tristemente conocí no uno, sino varios casos de esos. No juzgo a nadie por habernos pedido callar, pero espero que ahora todos entiendan por qué fue imprescindible no hacerlo. Hoy es un gran día para retomar mi nombre completo en Twitter y en EL UNIVERSO: Betty Soledispa de Escobar. Lo hago porque el tirano ya no está y porque siempre he estado orgullosa de donde vengo y de quien soy. Y aclaro, no cambié mi nombre por cobardía, ni por haber cometido una fechoría, eso se lo dejo a “Carlitos” o “Carlos”. Yo dejé de usar mi apellido paterno para cuidar a mi familia de un dictador.

Que nunca nadie más tenga que enfrentar la decisión de callar o confrontar a su propia familia para defender los principios y valores que ellos mismos les inculcaron. Que nunca más permitamos que un déspota llegue al poder. ¡Nunca más!

* Este artículo fue publicado, el 28 de junio del 2018, en el diario El Universo