Pura envidia

Por Betty Escobar
@b3scobar

Algunos hombres (aclaro, ‘algunos’) no se acostumbran a la idea de ver mujeres en posiciones de poder. Para estos hombres es inconcebible que la mujer haga algo más que ser madre, ama de casa o como vimos hace pocos días: hablar solo de maquillaje. Es una forma de querer disminuir a la mujer y sus capacidades como persona y profesional. Lamentablemente, esta actitud es recurrente en diferentes ámbitos, pero estas últimas semanas la hemos visto en el plano político.

Muy aparte de por quien vayamos a votar en el 2017, todos los que van por la Presidencia –nos guste o no– gozan de los mismos derechos para presentarse como candidatos. Sin importar si son hombres o mujeres, lo prioritario es su plan de gobierno, su capacidad de servir, su experiencia, su conocimiento y su integridad. Pero no creo que podamos calificar o descalificar a alguien por su género, porque use o no maquillaje o porque se le noten o no las arrugas y barritos en la cara.

No puedo creer que en pleno 2016 “algunitos” aún recurran a comentarios tan bajos para atacar a una mujer, cuyo pecado es gozar de la inteligencia que ellos no tienen. Para mí, esa es la única explicación para tanto veneno: pura envidia. Quien propaga palabras denigrantes debió prepararse mejor cuando tuvo la oportunidad, en lugar de andar justificando su ineptitud con insultos. Debió realmente aprender economía, por ejemplo, cuando estudió en la universidad. Debió aprender mejor sobre buenos modales y buenas costumbres, sobre valores como el respeto, la humildad, la tolerancia, la bondad, la honestidad y la empatía. Pero quien carece de todo eso es quien usualmente trata de minimizar a quien sea a su alrededor. Y por supuesto, hacia las mujeres hay una dedicación especial. Pero ¿por qué?

Biológicamente hablando, algunos hombres son más competitivos con las mujeres debido a su alto nivel de testosterona y esto los convierte en seres más agresivos y hambrientos de poder. Así lo mantiene el sociólogo Stephen Goldberg. Por su parte, la psicóloga Lora Park sugiere que algunos hombres simplemente temen a las mujeres con más intelecto que ellos. Primero se sienten atraídos a ellas, pero luego buscan distanciarse porque la ambición de estas mujeres les excede y se sienten amenazados. Es decir, puro machismo en toda la extensión y significado de la palabra. Finalmente, la psicóloga Elizabeth Lombardo cree que la única forma de superar este complejo machista es “apreciar la inteligencia que cada uno tenga, dejar de compararse con las mujeres y aceptar que todo es resultado de un problema con su propia autoestima”.

¡Bingo! Pero ya esa nos la sabíamos. Nuestro machista criollo lleva 10 años haciendo gala de sus complejos y resentimientos sociales contra las mujeres ecuatorianas. El maltrato e irrespeto ha rebasado los límites. Lo único que me queda por decirle es lo mismo que el presidente Barack Obama opinó de Donald Trump (otro machista acomplejado que odia a las mujeres inteligentes): “Solo demuestra su infinita inseguridad, quiere hacerse el más poderoso mientras trata de pisotear a quienes quiere mantener bajo él. Esa no es una característica de un líder, ni de alguien que le importe los valores que queremos transmitir a nuestros hijos, las nuevas generaciones”.

* Este artículo fue publicado, el 13 de Octubre del 2016, en el diario El Universo