¿El tiempo cura todo?

Por Betty Soledispa de Escobar
@b3scobar

Esta semana se cumplieron 18 años de los ataques del 11 de Septiembre a las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York, y yo recuerdo con absoluta exactitud dónde estaba junto a mi esposo ese día y cómo vivimos esa horrible experiencia juntos. Hay muchas cosas que revivo, no solo cada año, sino en diferentes momentos de mi vida. Como cuando veo a mis sobrinas mellizas ahora hechas todas unas mujeres de 23 años, recuerdo que en ese día mi hermana no tenía forma de cruzar la autopista al lado donde se encontraba su escuela y no podía recogerlas. Todas las calles estaban trancadas por el caos y las emergencias.

Mi esposo y yo vivíamos del lado de la escuela y cuando supimos lo de mi hermana y nuestras sobrinas decidimos ir a buscarlas, mi esposo comenzó a meterse en contra vía por las calles, hasta se subió por algunas veredas, pero llegamos y recogimos a las niñas. Fue un alivio estar con ellas y llevarlas junto a mi hermana. Cuando íbamos en el auto con mis sobrinas, les pregunte: “¿les dijeron algo en la escuela?”, y una de ellas me contesto: “oh sí, que un hombre malo había hecho algo muy terrible aquí”. Sentí un frío helado bajándome por la espalda y no dije nada más. Silencio total en el carro hasta que llegamos adonde mi hermana. Sé que el resto de la tarde estuvieron viendo películas.

¿Cómo explicarles a unas criaturas de 5 años que un ser diabólico asesinó a tantos inocentes? Cuando llegamos a casa, los aviones F-16 seguían sobrevolando, escaneando el espacio aéreo y yo me abracé a mi esposo, muy asustada, casi a punto de llorar. El ruido era ensordecedor y solo quería que paren, porque encima volaban muy, muy bajo. Fue horrible. Ya adentro del departamento, era imposible hacer o recibir llamadas, se nos ocurrió dejar un mensaje de saludo grabado diciendo que estábamos bien y que las líneas estaban dañadas, pero en cuanto pudiéramos llamaríamos a la familia. Eso fue de mucha ayuda. Después de eso, ni hambre sentíamos, solo comíamos noticias, pegados a la televisión día y noche hasta que amanecía y seguimos así toda la semana.

Mientras escribo estos pocos recuerdos, mi corazón se acelera y mis ojos se cristalizan. El paso del tiempo no ha hecho efecto en mí y me preocupaba. Pero encontré un estudio de la Universidad Estatal de Arizona, publicado en la revista Perspectives on Psychological Science, en este se confirma que el tiempo realmente no cura todas las heridas. Que el paso del tiempo no minimiza el dolor que sentimos o experimentamos y que poner el tiempo como la única variable que está relacionada con la sanación emocional no es correcto. El estudio resume: la auténtica sanación requiere autoconciencia y autoaceptación, y eso implica que reconozcamos el dolor que sentimos, que tengamos compasión de nosotros mismos, que vivamos el presente y tengamos pensamientos positivos.

Empezaré a poner todo esto en practica y dejaré de esperar por ‘el tiempo’. Yo y muchos otros necesitamos empezar a sanar.

* Este artículo fue publicado, el 12 de Septiembre del 2019, en el diario El Universo