El espíritu ante todo

Por Betty Escobar
@b3scobar

Todos se adelantaron este año: los centros comerciales, la publicidad en la televisión, en la radio y hasta mi propia familia. La Navidad empezó a llegar este 2018 entre los últimos días de octubre y los primeros días de noviembre. ¿Será que en el 2019 empezamos a sacar el arbolito en julio?

No sé ustedes, pero yo necesito pasar por un proceso cuando me voy acercando a diciembre. Hago un balance de lo que he vivido durante el año, pienso en mi esposo, mi familia en Ecuador, agradezco a Dios por todo lo que hemos pasado (bueno y no tan bueno), y eso me va preparando para recibir la Navidad y finalizar el año. Pero cuando me ponen de golpetazo los adornos, el árbol, y encima con casi dos meses de anticipación, se me traspapela todo: el Polo Norte, los renos, los Reyes Magos y hasta la estrella de Belén.

Entiendo que los negocios deseen aprovechar estas fechas para realizar sus ventas, pero se sigue comercializando cada vez más la Navidad. Y uno empieza a estresarse porque parece que diciembre llegó más rápido… “Uy, ya tengo que poner el arbolito”, “los regalos, pero aún no me pagan”, “¿dónde voy a pasar el 24, y si nadie me invita a algún lado?” Pero la Navidad es más que todo eso.

Un estudio realizado por Intu, el principal propietario, desarrollador y administrador de los centros comerciales regionales en el Reino Unido, encontró que “en promedio, nuestra mejor Navidad ocurre durante la infancia, a los 9 años”. Luego, nostálgicamente luchamos por recrearla en los años siguientes, mientras vamos creciendo. Para el 56% de las personas, el espíritu navideño empieza a disminuir a los 20 años debido a una combinación de estrés, falta de finanzas y la presión de los regalos.

¡Hay que redescubrir el espíritu de la Navidad! Este año decídanse por menos para celebrar más y esta parte es literal, no solo para el tema de los regalos, sino también con los niños. Dejen por favor de andar ventilando los secretos de Papá Noel. Pues encontré también un estudio que dice que “mientras los niños sepan menos, más navidades felices tendrán”. Hablen con sus familias y pongan un límite presupuestario para los obsequios. Inviten a su cena navideña a alguien que saben que estará solo en Nochebuena porque eso es Navidad, compartir.

También pueden reunirse, antes de Nochebuena, con la familia a ver películas con mensajes navideños, visitar pesebres, y sobre todo dar mucha atención a los niños de la familia porque son ellos, con su inocencia, los que avivan el espíritu de las fiestas. Ellos no ven lo comercial de la Navidad, solo la alegría de estas fiestas que nos invita a revivir la magia de nuestra infancia una y otra vez.

Este año, si lo comercial se adelantó, que nuestro espíritu no haga lo mismo y tome su tiempo en llegar, ¡para que llegue cargado de luz, ilusión y alegría! No es una competencia del mejor árbol, el mejor regalo o el pavo más rico, es ser bondadoso con los demás, olvidar los enojos, dar amor, dejar salir a nuestro niño interior… ¡tener listo nuestro corazón para la llegada del Redentor!

* Este artículo fue publicado, el 22 de noviembre del 2018, en el diario El Universo