La vida cambia por completo…

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“Difícil, dolorosa, sin palabras…”, así describen más de 20 familias la experiencia de haber tenido a un ser querido en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital (UCI). Ellas formaron parte de un estudio cuyo objetivo era contribuir para la humanización del cuidado del paciente. El pasado febrero, mi papá fue sometido a una operación de corazón abierto y aunque la cirugía fue un éxito, presentó algunas complicaciones en el posoperatorio que lo mantuvieron varios días en UCI.

En UCI se encuentran los pacientes en estado más crítico del hospital. Jamás imaginas que un familiar cercano terminará allí, pero cuando sucede, la vida cambia por completo. Hay una ruptura de la vida cotidiana. Se pasa a ser un ‘zombi’ que come, trabaja y se asea, pero no está presente realmente. Todo el pensamiento, la energía y preocupación están junto al familiar en la sala de terapia intensiva. En mi caso me alejé de mi columna, de las redes sociales, la política y las noticias.

Conoces en la sala de espera de UCI a otras familias que también viven la misma experiencia angustiante y aguardan, como tú, hora a hora, que su familiar mejore. Duermes en el suelo e intercambias las historias médicas con ellos. Los días pasan y te alegras cuando te enteras de que algunos ya no están contigo en la sala de espera porque su familiar mejoró y pasó a habitación. Igualmente entristeces muchísimo cuando te dicen que ya no están porque su paciente perdió su lucha en UCI. En segundos sientes cómo tu pecho se llena de pánico, pero te controlas y no te permites desfallecer. Ser fuerte es tu única opción.

Por muchos días mi familia y yo vivimos esta angustia de tener a nuestro papá en UCI. De no tener control sobre su destino, no saber qué pasaría con él… no puedo describir ese sentimiento, perdón por no poder ponerlo en palabras. Pero gracias a Dios, a sus doctores y a los médicos del Mega UCI 1º piso del hospital Luis Vernaza, mi papá está bien y fortaleciéndose cada día.

Decidí compartir esta experiencia con mis lectores, no solo por las familias que puedan pasar por esta misma situación, porque tal vez les ayude saber que lo que vivirán es parte normal del proceso, sino también por aquellas que ahora mismo lo viven. Que sepan que no están solas y que muchos las entendemos. Pero principalmente, para que los doctores y enfermeras de las salas de Terapia Intensiva no olviden a los familiares de sus pacientes. Que valoramos inmensamente la labor incansable que realizan en UCI, de salvar vidas, pero también apreciamos que mantengan presente que sufrimos mucho junto a esos pacientes y necesitamos comprensión y paciencia de parte de ellos para entender el cuadro médico y acompañar de forma apropiada a nuestro ser querido.

Que los doctores de UCI sigan siendo los mejores a nivel profesional, pero también como seres humanos. Nunca permitan que las frías salas de terapia intensiva enfríen sus corazones y dejen de sentir por el familiar angustiado que espera afuera de ellas. 

* Este artículo fue publicado, el 12 de abril del 2018, en el diario El Universo