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Perturbantemente perturbador

Por Betty Escobar
@b3scobar

Pareciera que un ángel bajó del cielo y los declaró dioses infalibles, intocables e inalcanzables. Que no serían más unos simples mortales sino los controladores, perseguidores y dueños del destino de sus ciudadanos. Ese es el cuento que se han montado estos servidores públicos que olvidan su condición de servir y su obligación de rendir cuentas. Ellos se han autoelevado en un pedestal desde donde miran a sus mandantes por encima del hombro. Y mientras han venido haciendo esto, por años, bombardean con su eterna propaganda de que ellos se deben a su pueblo y que todo lo hacen por su patria.

Su soberbia la vemos siempre, sobre todo en las entrevistas. Interrumpen al periodista porque les incomodan sus preguntas. Terminan insultando al programa, al canal televisivo, al periódico y nunca contestan nada. Pero ahora resulta también que si uno se los encuentra en un lugar público, no se les puede dirigir la palabra porque eso significa “perturbar” su privacidad. Lo hacen ver como una forma de armar un escándalo. Pero lo peor no es la reacción que estos funcionarios públicos deciden tener, sino ver cómo algunos (oficialistas y opositores) se enfrascan en debates sobre el respeto que se les debe. Que hay que hablarles con delicadeza y casi que rindiéndoles pleitesía. A ver, ubiquémonos todos. Claro que siempre es mejor mantener una conversación tranquila, pero luego de diez años de una pésima y dañina administración uno no puede esperar que todo el mundo reaccione calmadamente y con una sonrisa en la boca. Además, ¿a qué respeto se refieren cuando estos funcionarios han irrespetado a los ecuatorianos por años y violentado sus derechos humanos?

Cómo puede una servidora pública decir que “perturbaron su almuerzo” cuando una ciudadana, en todo su derecho, se acercó educadamente a expresarle lo que pensaba. Es cínico que se victimice y use la palabra “perturbar” cuando el Gobierno del que ella es parte “perturba” desayunos, almuerzos y meriendas con cadenas arbitrarias que irrumpen la paz de los hogares ecuatorianos. Y no se diga de la insultadera de los sábados, ahí no hay papá ni mamá que se respete a la hora de exponer fotos de opositores para amedrentarlos. Ellos quieren hacernos creer, no basados en la ignorancia sino en la prepotencia, que la labor de fiscalizar es exclusiva de algunos. ¡No, señor! La más grande fiscalización viene del ciudadano de a pie, el que más ha sufrido por sus malos actos y pésimas decisiones.

Así que ya basta de continuar con esta actitud de falsos dioses. Recuerden que muchos de esos han terminado tras las rejas por fanfarrones, por quitar el dinero a sus fieles seguidores a cambio de prometerles un paraíso inexistente, por predicar falsas espiritualidades y por ejercer un poder absoluto. Mejor aterricen de una vez. Traten, en el poco tiempo que les queda en el Gobierno, de dejar a un lado la arrogancia con la que han actuado. ¿O es que así también quieren ser recordados. No solo como los peores gobernantes, los que pisotearon derechos, quitaron libertades, independencia de poderes, sino también como dioses de barro que cuando por fin volvieron a tocar el suelo, con solo un poco de agua se convirtieron en fango?

* Este artículo fue publicado, el 25 de agosto del 2016, en el diario El Universo

octubre 29, 2016por Betty Escobar
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Yo no soy la delincuente

Por Betty Escobar
@b3scobar

Retomo mi columna y comparto con ustedes la razón de mi ausencia. Hace poco surgió una situación familiar importante y armé un viaje relámpago a Guayaquil. En Ecuador, contacté a un grupo de personas que confío y respeto mucho, profesionales que se desenvuelven en ámbitos relacionados al periodismo, la abogacía y derechos humanos. También, en Nueva York, hablé con Human Rights Foundation, dicha organización me había recomendado no viajar a mi país luego de aquella amenaza con flores y chocolates (enviada –tan coordinadamente– a mi domicilio en Nueva York, así como en Guayaquil, a la casa de mis padres, en el 2014).

La razón de comunicar sobre mi viaje era en caso de que se presentara alguna “anomalía” durante mi estadía en Ecuador. Algunos pensarán: “esta señora está paranoica”. No, estimados lectores, solo soy consciente de la realidad que vive nuestro país y debo ser precavida con quienes han demostrado no tener límites a la hora de acosar a quienes pensamos diferente. Yo no olvido los correos electrónicos hackeados de cuentas personales de opositores. Tampoco olvido la implacable persecución contra periodistas o legisladores por cumplir con su labor de informar o fiscalizar. Mucho menos olvido la eterna cruzada contra los que protestan. Así como tampoco olvido los allanamientos, juicios y encarcelamientos a quienes han denunciado corrupción. ¿Necesitan más pruebas de que mi preocupación era válida?

Lamentablemente hay gente capaz de todo para callar a quienes les estorban. Y “ellos” llevan años haciendo eso. Todo esto genera cierto miedo que no puedo negar. Quien haya vivido alguna de las cosas antes mencionadas y diga que no siente miedo, miente. El miedo está ahí, pero uno trata de no dejarse dominar por él. No podemos permitir que el miedo controle nuestras vidas.

Cuando llegué a Ecuador sentí una mezcla de emociones: feliz de regresar a mi país, y al mismo tiempo nerviosa. Pero yo misma me increpaba: “no he robado, ni mal usado dinero ajeno, no he cometido actos de corrupción, ni he manipulado a juez alguno. Mi único ‘delito’ ha sido opinar sobre la situación de mi país, criticar lo malo y exigir cambios”. Y eso me ha pasado factura, algo que no debió ocurrir jamás. Sé que no soy la única, hay muchos otros que también han sido intimidados y han sufrido cosas peores. Solo deseo hacerles ver por qué sentir miedo es lógico, y hasta bueno. Es bueno porque nos hace estar más alertas.

Sé que ahora “ellos” andan más preocupados por las elecciones del 2017, pero no crean que eso detendrá el amedrentamiento a ciudadanos. Es inaudito tomar tanta precaución para ir a tu propio país, como si fueras un criminal. No quiero volver más así a Ecuador, ni sentir miedo. ¡Yo no soy la delincuente! Los verdaderos delincuentes andan por ahí sin una pizca de remordimiento, sin un grado de vergüenza. Ellos son los que deben sentir miedo de cuando tengan que rendir cuentas ante una justicia independiente, pero hasta entonces hay que ser cautelosos. No bajar los brazos, ni confiarse. ¿“Hombre precavido vale por dos”? ¡Con esta revolución hay que hacerse valer por diez!

* Este artículo fue publicado, el 11 de agosto del 2016, en el diario El Universo

agosto 21, 2016por Betty Escobar
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‘Amor es amor…’

Por Betty Escobar
@b3scobar

Cuarenta y nueve personas fueron asesinadas en la ciudad de Orlando, estado de la Florida, en Estados Unidos. El 12 de junio, un hombre lleno de odio terminó con sus vidas. Los diarios y noticiarios, casi en su totalidad, tenían titulares como ‘50 personas muertas es el saldo de un tiroteo en Orlando’. Yo solo me referiré en esta columna a las 49 víctimas de esa siniestra y repudiable masacre. No daré espacio alguno para hablar del número 50, el asesino. Escribir sobre él sería darle notoriedad como para que otros fanáticos radicales repitan estos hechos sangrientos.

De quienes sí deseo escribir es sobre las decenas de inocentes que murieron aquella noche. Muchos celebraban cumpleaños de amigos, otros solo se habían reunido para pasar un buen momento. Los días siguientes al ataque escuchaba los testimonios de los sobrevivientes. Ellos recordaban a sus seres queridos y hablaban de los sueños que tenían: terminar la universidad, convertirse en actor, viajar por el mundo, planear su matrimonio, y muchas otras cosas más que deseaban realizar. Pero todo terminó aquella terrible noche en el Club Pulse de Orlando.

La mayoría de los fallecidos eran latinos, y por algunos días estuve preguntándome si habría algún ecuatoriano entre ellos. En los medios del país no vi nada sobre el tema, pero encontré una nota del diario nicaragüense La Prensa. En ella ponían especial atención a una de las víctimas, que era “hijo de la nicaragüense Maria Jose Wright y del ecuatoriano Frederick Wright”, residentes en Miami. El joven tenía 31 años y se llamaba Jerald Arthur Wright. Jerald trabajaba en Walt Disney World. Un amigo lo describió como “un gran tipo con el que daba gusto trabajar. Él siempre estaba tranquilo, siempre tenía una sonrisa en su rostro”.

Ni Jerald, ni ninguna de las otras 48 víctimas merecían morir. Todos somos seres humanos con derecho a vivir, cada quien elige cómo hacerlo y nadie debe juzgarnos por eso. Mucho peor decidir si alguien vive o muere “por no ser como los demás”. Lo que más me indigna es cómo estos cobardes basan sus odios en motivos religiosos o en consignas dictadas por una sociedad hipócrita. ¿Cuándo entenderemos que el amor no pertenece solo a un grupo específico de personas, ni a un solo color de piel, ni a un solo lenguaje, ni a un solo lugar demográfico, ni a una sola religión, ni a una sola orientación sexual?

Al día siguiente de lo sucedido en Orlando se realizó en la ciudad de Nueva York la entrega de los Premios Tony, a la excelencia en teatro. La obra musical Hamilton, creada por Lin Manuel Miranda, obtuvo once galardones. El reconocido actor, rapero, compositor y escritor dijo en su agradecimiento lo que considero es el mejor mensaje que en esta ocasión puedo compartir con ustedes. Aquí parte de su discurso, por favor, llévenlo siempre en su pensamiento: “Amor es amor, es amor, es amor, es amor, es amor, es amor, es amor, no se lo puede matar o hacerlo a un lado… ahora vayan y llenen el mundo de música, amor y orgullo de quienes son”.

* Este artículo fue publicado, el 23 de junio del 2016, en el diario El Universo

julio 1, 2016por Betty Escobar
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Que nadie se vaya

Por Betty Escobar
@b3scobar

Hace poco leía un artículo, del diario digital Infobae, titulado ‘Los 8 expresidentes de América Latina que son investigados por corrupción’. Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina), Rafael Callejas (Honduras), Otto Pérez Molina (Guatemala), Elías Antonio Saca (El Salvador), Mauricio Funes (El Salvador), Alan García (Perú) y Alejandro Toledo (Perú) enfrentan acusaciones por malversación de fondos públicos. Mientras veía sus fotos me preguntaba: ¿cómo es posible que exista tanta corrupción en nuestros gobiernos?

Katherine A. DeCelles, profesora de Administración y Comportamiento Organizacional, en la Universidad de Toronto, participó en el estudio ‘¿El poder corrompe? ¿Cuándo y por qué el poder facilita comportamientos de interés personal?’. El estudio, publicado en la revista de la Asociación Americana de Psicología, determinó que todo depende de la identidad moral de cada persona. Que el poder no corrompe, sino que hace aflorar los valores éticos ya preexistentes. Por eso vemos la verdadera cara de las personas cuando estas llegan al poder, en ese momento es cuando realmente su carácter se pone a prueba.

Pero ¿estamos llenos de corruptos en Latinoamérica? En los últimos años, la lista de presidentes investigados por corrupción ha sido larga. Los informes de Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional demuestran que dos tercios de los países de la región están en la mitad inferior del índice de percepción de la corrupción. La corrupción está muy arraigada en nuestros países, y es una lucha diaria de todos denunciarla, castigarla y acabar con ella. Muchos gobiernos persiguen a los legisladores que fiscalizan o denuncian casos de corrupción. Atacan e intimidan a la prensa para que no informe, como debe, a la ciudadanía. Pero ahora, toda la tecnología con la que contamos para estar al día de lo que pasa nos da las armas para presionar a los gobiernos por un cambio.

Por eso es vital que funcionarios y exfuncionarios públicos sean investigados si han cometido actos de corrupción. Y hablando de empleados públicos, hace pocos días supe que nuestro presidente planea irse del país, luego de que termine su gobierno en el 2017. No sé si los otros expresidentes, que menciono al inicio de este artículo, habrán ideado lo mismo luego de finalizado sus mandatos. Pero en todo caso, ¿no huele mal andar anunciando eso tan anticipadamente? Cuando termine todo, más bien será el momento de quedarse. ¿Por qué se quiere ir? ¿No quiere cuidar, de la nueva gestión, todo lo “maravilloso” logrado durante su dichosa revolución?

En lo personal, no me importa que se vaya, pero como servidor público creo que tiene que aclarar varias cosas antes de irse. Me preocupa que el compañerito ya esté pensando en desaparecerse del mapa. Justo cuando por fin regrese la democracia al país, cuando exista independencia de poderes y la justicia deje de ser sumisa a un proyecto político. ¿Justo ahí? ¡No, señor! ¡No lo dejemos ir!

* Este artículo fue publicado, el 9 de junio del 2016, en el diario El Universo

junio 12, 2016por Betty Escobar
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La prensa y el presidente

Por Betty Escobar
@b3scobar

“Tomar una posición sobre lo que es verdad no requiere que ustedes dejen a un lado su objetividad. De hecho, esa es la esencia del buen periodismo. Ha sido un honor y privilegio trabajar conjuntamente con ustedes para fortalecer nuestra democracia”. El pasado 30 de abril, Barack Obama asistió por octava y última vez a la cena anual de los reporteros que cubren noticias del Gobierno en la Casa Blanca, y agradeció su trabajo con estas palabras.

Fundada en 1914, la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca (WHCD) realiza esta tradicional cena desde 1920. En las últimas décadas hemos visto a los presidentes cómo exploran (con humor) los momentos más embarazosos de su gobierno. Ofrecen un discurso que se inicia de forma jocosa, hacen bromas sobre ellos mismos y otros políticos. Pero siempre, al final de su alocución, recalcan la verdadera razón de la reunión: celebrar la existencia de una prensa libre e independiente.

Este año, mientras escuchaba a Obama y lo que decía sobre el papel crucial de la prensa, no dejaba de pensar en mi Ecuador. Este 3 de mayo fue el Día Mundial de la Libertad de Prensa, y la Organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) dio a conocer un mapa de la libertad periodística a nivel global. Ecuador consta en la lista como el número 109 (siendo el número 1 el más libre). Inevitable hacer comparaciones. Vamos de mal en peor, tirando a nefasto, en cuanto a libertades.

Ya vimos que ni en momentos como el terremoto que acabamos de vivir se abandona la postura de censura contra la prensa independiente. Hasta un primer medio de comunicación, diario El Mercurio de Cuenca, fue denunciado ante la Superintendencia de la Información y Comunicación (Supercom). ¿Su gran pecado? haber puesto el titular ‘Gente pide agua; Correa sube el IVA’. ¿No vimos todos la cadena en la que se anunció el aumento del IVA, y también videos, en redes sociales y medios, de gente que pedía desesperadamente por agua? Entonces, ¿en Ecuador los medios son denunciados por informar la verdad?

Y vuelvo a la cena anual del presidente con los reporteros, y las palabras de Obama me retumban en la cabeza: “Aquí y fuera del país, periodistas como ustedes se comprometen en la tenaz búsqueda de la información para los ciudadanos y hacen que los líderes rindan cuentas, logrando así un gobierno para la gente. Y como un ciudadano de esta gran democracia, yo les agradezco por eso”.

Estados Unidos no es un país perfecto, pero por lo menos aún tenemos líderes que son conscientes de que deben trabajar junto a la prensa día a día, hombro a hombro, porque entienden que es una obligación democrática informar de sus políticas de gobierno. Que sus acciones y decisiones deben ser explicadas y justificadas, aun cuando los ciudadanos ni lo pidan. La misma prensa se encarga de eso también. Mientras en unos países se celebra a la prensa, en otros, como en Ecuador, se ataca, insulta, intimida y amenaza a los que con derecho ejercen la noble y valiente profesión del periodismo. Y sin embargo, “algunitos” se pasan repitiendo que nunca antes tuvimos tanta libertad. ¿Cuál libertad? ¡Cuál libertad!

* Este artículo fue publicado, el 12 de mayo del 2016, en el diario El Universo

mayo 15, 2016por Betty Escobar
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Sobre Mí

Sobre mi

B.S., Legal Studies. Actualmente me desempeño como Paralegal en el área Civil (Housing) de The Legal Aid Society de New York. Previamente trabajé por 18 años en producción de TV & Film en las ciudades de Guayaquil (6) y New York (12). Columnista de opinión del diario EL UNIVERSO por 6 años. Soy activista de derechos humanos.

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