¿En qué quedamos?
Por Betty Escobar
@B3scobar
“Aquí ha habido una falla en cadena. La primera, la de la seguridad turca. No podían actuar en territorio extranjero. La que tiene que actuar es nuestra seguridad, esa es la segunda falla”, presidente Correa, sobre vergonzoso incidente protagonizado por la seguridad de Recep Tayyip Erdogan. El primer mandatario de Turquía arribó al país, el 4 de febrero, para suscribir una serie de acuerdos económicos con Ecuador. Ese mismo día Erdogan dio una charla en el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), en Quito. Un grupo de mujeres, que estaba dentro del salón, gritó consignas en su contra. Acto seguido, la seguridad turca se lanzó contras las ecuatorianas, sacándolas violentamente del evento y golpeándolas.
Creo que la posición del Gobierno ante este “gravísimo” suceso (como ellos mismos lo han llamado) ha sido confusa. En las redes sociales muchos condenaron el hecho y esperaban que las autoridades dieran una pronta declaración de rechazo ante lo acontecido. Pero hasta ahora lo dicho por ellos ha sido ambiguo: “Nos parece de lo más irrespetuoso que personas que asistieron a la conferencia se hayan levantado a insultarlo”, “Hemos llamado al embajador de Turquía para expresar disculpas por el mal momento que vivió el presidente Erdogan, pero también para presentar nuestra enérgica protesta por una actitud absolutamente inadecuada”, y la mejor: “Empiezan a gritar ahí unas chicas malcriadas. Humillaron al país”. ¿En qué quedamos? ¿Actuó mal la seguridad turca, pero pedimos disculpas a Erdogan? ¿No tenían que golpear a las “malcriadas”, pero ellas se lo buscaron?
Para salir de dudas, consulté con el Dr. Carlos Estarellas Velásquez, profesor de Derecho Internacional de la Universidad Católica de Guayaquil y exsubsecretario de Relaciones Exteriores. Estarellas comentó: “Cada vez que un presidente viaja al exterior su seguridad lo acompaña. Esto es en caso de que haya algún atentado contra su vida. Ahora, de eso a que ellos (los de la seguridad) golpeen a ciudadanos de otro país, por gritar en contra de su mandatario, es violentar la soberanía del país que visitan. Es una barbaridad. La protesta de la Cancillería ecuatoriana tuvo que ser inmediata y siempre haciendo respetar los más altos intereses del país… han actuado como agua tibia. Además, también se debió haber llamado en consulta al embajador de Ecuador en Turquía”.
Conversé también con Karla Kalapaqui, una de las agredidas, y me dijo: “Ya sabíamos que el Gobierno iba a tener una reacción en contra de las ciudadanas de su propio país. Están más desesperados por sus negociaciones. No estoy en contra de estos acuerdos, pero creo que debemos ver con quiénes los hacemos. Cada uno tiene una posición ideológica distinta y hay que respetarla, pero en Ecuador eso se ha perdido”.
Luego de escuchar a Estarellas y Kalapaqui, pienso en dos cosas: la primera, sí, la seguridad ecuatoriana es la que debió actuar, pero para evitar que las mujeres fueran golpeadas por la turca. Y la segunda, ¿dónde quedó la tan cacareada soberanía? Esa que tanto han “defendido” de las observaciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), o de los parlamentarios alemanes que –pretendían supervisar– la explotación del Yasuní, o del fallo del juez norteamericano Kaplan en favor de Chevron, etcétera. Cuando realmente humillan al país (porque eso es lo que hizo Erdogan), algunitos miran hacia otro lado y su orgullo soberano queda escondido en algún lugar de la revolución ciudadana hasta la siguiente ocasión que a ellos les convenga usarlo.
* Este artículo fue publicado, el 11 de Febrero del 2016, en el diario El Universo
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